jueves, noviembre 09, 2006

Precariedad: un viaje salvaje al corazón del capitalismo corporeizado

A. Introducción
En los debates actuales en torno a la composición de clase en el posfordismo existe un presupuesto implícito: se asume que el trabajo inmaterial y sus correspondientes sujetos sociales constituyen el centro de gravedad en los nuevos ciclos turbulentos de luchas sobre el trabajo vivo. Este artículo explora las implicaciones teóricas y políticas de esta asunción, sus promesas y sus límites. ¿Es el trabajo inmaterial la condición a partir de la cual puede surgir una transformación sociopolítica radical del capitalismo posfordista contemporáneo? ¿Quién teme hoy a los y las trabajadoras inmateriales?
B. Trabajo inmaterial y precariedad
En su intento por historizar la emergencia del concepto general intellect, muchos teóricos[1] nos recuerdan que éste no puede ser concebido simplemente como una categoría sociológica. Nosotros pensamos que deberíamos aplicar la misma precaución cuando usamos el concepto “trabajo inmaterial”. Esto es así, tanto más, cuando están aumentando los estudios que reconocen la evidencia sociológica del trabajo inmaterial, como aquellas corrientes dominantes en la sociología del trabajo que investigan el empleo atípico y la subjetivización del trabajo[2] o incluso ciertas conceptualizaciones del trabajo inmaterial en el contexto de la sociedad del conocimiento[3]. Una comprensión meramente sociológica de la figura del trabajo inmaterial se ve limitada a una descripción simplista de un espectro de características tales como el trabajo afectivo, la red, la colaboración, la economía del conocimiento, etc., dentro de lo que la sociología dominante llama sociedad en red[4]. Lo que distingue una descripción meramente sociológica de una conceptualización políticamente operativa del trabajo inmaterial --situada en el marco de la coinvestigación y el activismo político[5]-- es que ésta busca comprender la dinámica de poder del trabajo vivo en las sociedades posfordistas.
El concepto de trabajo inmaterial puede proporcionar un diagnóstico de las actuales contradicciones en la producción. Pero ¿quién teme a las descripciones sociológicas del presente, especialmente cuando éstas empiezan a convertirse en un lugar común dentro del discurso oficial y la ciencia social dominante? Si queremos evitar otra categoría sociológica apolítica más debemos centrarnos en las rupturas, bloqueos y líneas de fuga inmanentes a la configuración del trabajo inmaterial. En lugar de asumir que en la actualidad las subjetividades sociales emergentes simplemente reflejan la proliferación de trabajo inmaterial, deberíamos concebir la subjetividad como una interacción entre la creación de valor en el trabajo inmaterial y el saldo de las inconsistencias, las formas de opresión y los modos de dominación que guardan relación con él. Resulta engañoso afirmar que la subjetividad está constituida por las características sociológicas del trabajo inmaterial tales como la cooperación, la creatividad, los intercambios lingüísticos, la afectividad, etc. Las subjetividades emergentes, más bien, exceden las condiciones de producción del trabajo inmaterial en la medida en que los trabajadores y trabajadoras inmateriales se enfrentan con continuos obstáculos, microopresiones y explotación en su situación vital. En otras palabras, la subjetividad aparece cuando el actual régimen de trabajo deviene experiencia corporeizada. Cuando la subjetividad se encorseta dentro de la sociología dominante, se corrompe su carne y se exponen sus huesos. La subjetividad de los trabajadores y trabajadoras inmateriales no refleja el proceso de producción del trabajo inmaterial; es el estallido diabólico de sus intensidades y fracturas contingentes. La subjetividad no es una facticidad, es un punto de partida.
Las nuevas subjetividades que atraviesan el archipiélago de la producción posfordista no son idénticas, por lo tanto, a las condiciones de la producción inmaterial; más bien, la subjetividad del trabajo inmaterial significa experimentar el nuevo orden de explotación del trabajo inmaterial. La composición actual del trabajo vivo es la respuesta a los riesgos impuestos por el trabajo inmaterial. Aquello que hace que existan las nuevas subjetividades políticas no son las relaciones de producción propias del trabajo inmaterial --como afirma por ejemplo Lazzarato[6]-- sino la experiencia corporeizada de las nuevas condiciones de explotación en las sociedades posfordistas. La precariedad constituye esta nueva disposición de la explotación del trabajo vivo en el posfordismo avanzado. leer más